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ABRIL 2024
Hola tormantinos y tormantinas, ¿sabéis cómo era la celebración de San Vitores en 1965?
Pronto se celebrará nuestra tradicional romería al convento de San Vitores, que realizaremos el próximo 18 de mayo.
Para conmemorar esta bonita tradición os traemos un bonito relato escrito por Fortunato Gordo, que nos cuenta cómo era la romería en 1965.
Esperamos que la disfrutéis y os animamos a compartir vuestras experiencias con nosotros y nosotras:
San Vitores 1965
El maestro Don Pedro nos dijo: «Mañana día 12 de mayo no hay escuela, porque se celebra la romería de San Vitores en el pueblo cercano de Fresno de río Tirón, pero para no perder el día, tenéis que hacer una redacción todos los mayores de 12 años, sobre la impresión que teníamos de la romería«.
Para mí era la primera vez, por lo tanto, como la voz del maestro era de ordeno y mando no había nada que objetar, con lo cual tuvimos que ir todos los relacionados con la edad, a pesar de los deberes, fue una grata experiencia para recordar.
Dicen que las fiestas se conocen por la víspera, esa misma tarde-noche en el «Ambigu«, el ayuntamiento daba a probar, la misma clase de vino que se iba a beber en la romería, mas «cascahueses» y aceitunas, la ilusión y alegría crecía por momentos, todos hablaban del viaje, planeando con quien y en que ir.
A la mayoría de los escolares nos pusieron en un tractor Ebro con un remolque Eguen casi nuevos, los demás en carros tirados por mulas y machos, que por la mañana serían adornados con flores de acacia, laurel y ramas de distintos árboles.
A las 9 de la mañana, la caravana de la romería salía escalonada, delante el tractor que portaba el pendón, seguido de cuatro carros, mas otro más pequeño cerrando filas donde iban el alcalde, concejales y el cura con los monaguillos.
Al llegar a Fresno, varios vecinos salían a recibirnos, otros desde sus ventanas se asomaban para ver el jolgorio que llevábamos, aunque todos no eran de la misma opinión.
Ya en la ermita, después de la llegada del último carro, en una explanada, cada cuadrilla procuraba coger un sitio para dar cuenta a las viandas, la comida era muy parecida a las de las demás, tortilla de chorizo metida en un mollete para para almorzar, lomo y costilla de orza para comer. Salvo alguna excepción ofrecida por el río Tirón.
Una vez acabado el almuerzo y mientras el cura se preparaba para la misa y procesión, muchos subían al pozo para lavarse los ojos y la cara porque decían que era milagrosa, sobre todo para la vista. Otros se divertían lanzando piedras de cara al río, para ver quién llegaba más lejos.
También se visitaba las instalaciones del convento. Me llamó mucho la atención de un pozo seco y enrejado donde se arrojaba dinero ofreciendo a San Vitores sus plegarias y promesas. Me sorprendió la cantidad de monedas y billetes de peseta, de 5 pesetas y de 25 pesetas.
Después de acabada la misa, se hacía la procesión con el pendón abriendo paso y San Vitores detrás, todo con gran respeto y devoción.
Antes de ir a comer se tomaba «el vermú» con «cascahueses«, aceitunas y bacalao, después se pasaba a los comedores del convento.
Por la tarde, después de bien comido y mejor bebido, comenzaron a cantar jotas y canciones populares, como si se tratase de un concurso para ver cuál era el mejor.
En un rincón de la plazuela y casi escondida, había un grupo de gente alrededor de un cajón con números en su tapa, con un bote, donde se jugaba el dinero, lo llamaban «cencerrillo«, a pesar de que no nos dejaban ver a los chavales, la curiosidad era mayor.
El dueño del cajón, de vez en cuando sacaba almendras garrapiñadas que nos ofrecía para que nos fuésemos de allí, pero el remedio era peor que la enfermedad.
Allí mismo me encontré un billete de cien pesetas, que me lo escondí dentro del zapato, procurando que nadie me viese.
Más tarde se rezaba el rosario y una vez terminado, se enganchaban los carros y juntos con el tractor partía para Tormantos.
El viaje de vuelta era más eufórico que el de ida ¿por qué sería? A la entrada del pueblo salían a recibirnos en rogativa la Virgen acompañada casi en su totalidad por mujeres.
Después tocaba lo peor, teníamos que hacer la redacción del día de San Vitores para el maestro, por cierto, todo lo que pasó no lo puse.
FIN