Retablo de la Virgen del Rosario
y posteriormente La Napolitana
La dependencia de la localidad de Tormantos a Burgos a efectos pastorales, y su estratégica situación geográfica,
abierta a todo tipo de influencias culturales que llegan de las poblaciones más cercanas (Santo Domingo, Miranda de
Ebro, Briviesca o Briones) son condicionantes que dejarán huella en su patrimonio cultural. Por eso a finales del siglo XVI
deciden fundar la cofradía de Nuestra Señora del Rosario con las directrices del Concilio de Trento.
Es lógico que encargaran a cualquier escultor de esta zona cercana la imagen titular, muy afines con la estética romanista, por lo tanto, pudo haber sido tallada por Pedro Gómez de la Calleja tan relacionado con Briones a comienzos del siglo XVII con las características particulares de pliegues delgados y alargados.
Por razones económicas, tendrían que pasar todavía varias décadas para que los cofrades se plantearan la necesidad tener un digno retablo de estilo clasicista, que encargan al arquitecto calceatense Diego Ichaso (que ya hizo los asientos del coro). Pero no fue lo suficiente, la ilusión de los cofrades los llevaría a la sustitución por otro retablo, lo suficientemente llamativo de alzado con un fuerte contenido barroco para que sirviera de estímulo a la cofradía.
Fue a principios del siglo XVIII cuando la cofradía de Nuestra Señora del Rosario, decidieron realizar un retablo para la satisfacción de sus feligreses y ubicar la imagen nueva de la Virgen del Rosario, de estilo romanista. Fue el arquitecto Lorenzo de Ribas quien hizo la traza en 1713, era en 1716 cuando los hermanos Jerónimo y Juan Antonio de la Revilla lo realizaban por 4100 reales, siendo dorado en 1730 por Matías Martínez de Ollora en 3500 reales.
El retablo de estilo barroco exuberante recargado, está realizado sobre un banco alzado, donde en la parte central se halla un sagrario. En la parte superior cuatro columnas salomónicas soportan el retablo, están recubiertas en su fuste de forma helicoidal con decoración vegetal y frutos, dejando en el encuadre central una hornacina (antes vitrina) bastante amplia para la ubicación de la nueva imagen.
Antiguamente, al tener vitrina se sacaba la imagen por la sacristía, en la que se pueden apreciar pinturas de esa época. Encima de la hornacina dos angelotes sujetan una corona. En el ático se halla otra talla de San Roque más pequeña que la titular.
Todo está decorado con una profunda ornamentación, mezclando rocallas con elementos curvos y efectos visuales de entrantes y salientes.