Arte

Iglesia Parroquial de
San Esteban

La Virgen Napolitana

En ese intervalo que comprende la realización del retablo hasta que finalmente es dorado, se produce un hecho
trascendental para la cofradía, que obliga a los cofrades a arrinconar a la primitiva imagen romanista de Nuestra Señora
del Rosario, para dejar el sitio que ocupaba en la casa principal del encuadre, a otra escultura dotada de una
particular estética y movilidad de unos especiales encantos, muchos más acordes con los nuevos tiempos.

Es decir, a la figura que regala en 1722 Manuel Pérez de Llorenguz, quien fuera capellán de la parroquia de Tormantos, a su regreso de una larga estancia en Indias tras haberla encargado en Napoles y haber sufragado su transporte, y demás dádivas como queda recogido e un acta con fecha de 26 de septiembre de 1722 que dice lo siguiente:

“Don Manuel Pérez de Llorenguz, presbítero y capellán en la misma iglesia, de vuelta de su dilatado viaje y mansión en indias, ha hecho fabricar y conducir a sus expensas y desde Napoles, una imagen de Nuestra Señora, con título del Rosario, sostenida en nubes que mantienen tres ángeles en la peana y otro también en trono y descanso al Niño Dios en brazos de su Madre Santísima, todo de bulto estofado, dorado y encarnado, para que se colocase en el altar de dicha capilla.”

Las poblaciones y sobre todo los escultores de la periferia más afamados acudieron a copiar las delicadas facciones de esta escultura, nunca lograron reproducir con exactitud su postura, siendo la de Herramélluri la más fiel a la réplica.

Todo lo más acertado es que a partir de la llegada a Tormantos de la nueva imagen Napolitana, la cofradía contó con dos titulares para la veneración de los vecinos.

Esta cofradía no acabaría de cuajar, de ahí que en la visita que hizo el arzobispo de Burgos, se preocupara para que no se produjera su desaparición, con el fin de darle vida sin demora.